ANFIBIAS

Palacio Quintanar . Segovia

Del 24 de marzo 2023 al 4 de junio 2023

Rosa Juanco, pintura

Mar Garrido, fotografía y vídeo

Fernando Beltrán, poesía

Fotografía, vídeo, pintura y poesía se dan cita en esta exposición de Rosa Juanco y Mar Garrido comisariada por el poeta Fernando Beltrán, en la que se exploran dualidades, contrarios, complementarios. Una propuesta distinta, intensa, comprometida, misteriosa y sugerente desde esa imbatible energía renovable llamada arte.

WINDING SOUL - ALMA CURVA

Martin’s Atelier

Av Maurice 24, Bruxelles

Bélgica

Del 14/10/22 al 13/11/22

Just LX - Proyecto 25 & Marte

Lisboa, 19-22 Mayo 2022

 

Charcos y Ballenas. Las palabras que quedan por decir - Fundación BBVA

Palacio del Marqués de Salamanca. Pº de Recoletos 10, Madrid

Del 1 de octubre al 14 de noviembre 2021

Poemas de Fernando Beltrán en diálogo con la obra fotográfica de Rosa Juanco.

 


CHARCOS Y BALLENAS. Texto de Carlos Delgado Mayordomo. Crítico de Arte

 

El hada de las aguas, guardiana del espejismo, tiene en su mano todos los pájaros del cielo. Un charco contiene un universo. Un instante de sueño contiene un alma entera.

Gaston Bachelard. El agua y los sueños (1952)

 

En esta exposición, Charcos y Ballenas, se despliegan y se entrelazan dos discursos: por un lado, la representación fotográfica de la naturaleza y, por otro, la enunciación escritural de la metáfora. El primer discurso está imbuido de un anhelo de estabilidad que es, en realidad, un instante del proceso de entropía que define a la propia naturaleza. El segundo discurso, el despliegue de la metáfora, emerge como desviación gozosa del lenguaje, que siempre hace resonar sentidos inesperados. Aquí, el tiempo es lo que tardan los charcos en secarse, pero también la dimensión dialógica de dos memorias en constante proceso de (re)construcción. Se trata de aprender, nos dice el poeta Fernando Beltrán, Esa lección del charco / que en invierno se hiela / para vivir aún más. Las imágenes de Rosa Juanco son el relato de un hallazgo externo bañado por la promesa de su deterioro. Los poemas de Beltrán implican la afloración de recuerdos e imaginarios personales y colectivos, modulados por distintos procesos de simbolización. A ambos autores les une la puesta en valor de una topología del saber difuso, posible a través de la evocación de superficies inestables, formas borrosas y hojas declinantes al amparo del agua, situadas en el filo del centelleo. Como ha señalado Leopoldo Sánchez Torre, “quizá no sea casualidad, entonces, que en las fotografías el agua se acueste hacia el blanco, como quizá no lo sea que los poemas concluyan sin punto final, con ese inmenso blanco abierto”.[1]

Resulta difícil imaginar en estos charcos lechosos y enturbiados, aquellos que fotografía Juanco, el goce y el furor de Venus, la diosa que brotó del agua cristalina del mar. Sin embargo, sus imágenes nunca se desligan de la Belleza: de ellas no emerge el mito, sino el goce estético ante una extraña materialidad donde apenas es posible separar el reflejo de la sustancia. Fotografías en primer plano del agua estancada, que disuelve los perfiles y que da lugar a imágenes que lindan con la abstracción. El efecto metonímico, es decir, la identificación referencial que late incluso en la abstracción más radical[2], queda en suspenso. Estos “archipiélagos de agua y lodo”, como los ha denominado Francisco Carpio[3], mantienen siempre su carácter inseguro y flotante. Por ello, cada charco retratado por Juanco conserva su unicidad, una trabazón única, algo imposible de repetir. Estamos ante un delicado inventario de espectros, depósitos y despojos. Una naturaleza distinta, que no marca una línea de horizonte pintoresca ni sublime, sino que invita a mirar al suelo, a lo que pasa desapercibido, a lo que esquivamos para no mojar nuestros pasos; o, por el contrario, activa un impulso que nos invita a Pisar todos los charcos / Tener madre / Volver a ser feliz.

En estos últimos versos de Fernando Beltrán, descubrimos que el lenguaje también quiere mojar. Y lo hace con el poder sinestésico de la palabra precisa: La lluvia fue nuestro primer juguete. / Los charcos tenían nombre. / Y una madre al volver. Evoca el poeta una raíz sentimental común, un espacio sentido y un cobijo sin techo. El agua de los charcos pertenece a esa categoría que Jorge Guillén denominó “maravillas concretas”[4], que se traduce en una poética afirmativa de lo cotidiano, algo que no solo está definido por la repetición, sino también por la proximidad a las cosas y a los otros[5]. En uno de los poemas más contundentes y evocadores de este proyecto, Beltrán señala: Un charco en cada ojo. / Las lágrimas que aún / vendrán un día. ¿Acaso nuestros ojos, se preguntaba Gaston Bachelard parafraseando a Paul Claudel, no son "ese charco inexplorado de luz líquida que Dios ha puesto en el fondo de nosotros"? Es entonces cuando el charco derrama su precaria circularidad, y la ballena, el animal más grande del océano, avanza sin estrecheces hacia nuestra imaginación.  

 

Carlos Delgado Mayordomo

Crítico de arte



[1] L. Sánchez Torre. «Arar los charcos», en Charcos y Ballenas, Oviedo, Universidad de Oviedo, 2019, p. 7.

[2] «Ni siquiera en las formas más extremas del plasticismo abstracto dejan de cumplir en algún grado –aunque sea mínimo- el fundamento inevitablemente simbólico de las artes visuales». A. García Berrío y T. Hernández. Ut poesis pictura. Poética del arte visual, Madrid, Tecnos, 1988, p. 84.

[3] F. Carpio. «Charcos, poemas, hojas, reflejos, blanqueza y esqueleto de ballena», en Charcos y Ballenas, Oviedo, Universidad de Oviedo, 2019, p. 9.

 

[4] El balcón, los cristales / Unos libros, la mesa / ¿Nada más esto? Sí, / Maravillas concretas (Jorge Guillén)

[5] «Nuestro existir es un permanecer en la proximidad, cuidando más que dominando. Acompañar y cuidar son expresiones de proximidad, y ésta, a su vez, resulta ser el carácter más distintivo de la cotidianidad». (J. M. Esquirol. La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de proximidad, Barcelona, Acantilado, 2015, p. 62).


Charcos y Ballenas

Del 3 de Diciembre 2019 al 6 de Enero 2020

Edificio Histórico de la Universidad de Oviedo

Poemas de Fernando Beltrán en diálogo con la obra fotográfica de Rosa Juanco.

 

CHARCOS Y BALLENAS

 

El común amor al charco y sus legados, ha puesto en contacto a Fernando Beltrán y a Rosa Juanco desde dos puntos de vista, dos artes, dos anclajes de reflexión e imaginación, en los que se construyen, contagian y erosionan a partes iguales vértigo y belleza. Las metáforas, elegancia y estética sumadas de dos seres en estado de feliz vulnerabilidad que han decidido encontrarse y mojarse juntos en una propuesta en la que lo visual, lo físico y lo plástico se mezclan con la palabra, que es también concepto visual, abismo físico, plástica belleza.

 

Agua, vida, otoño, cal, latido, lluvia, charco, sentimiento…  Alta sensibilidad. Alta fantasía. Alto fondo. Dos miradas en una y desde una sola geografía para una propuesta final que funde -en un inspirado diálogo de distintos en la expresión e iguales en la intemperie-, los poemas de Fernando Beltrán con la obra fotográfica de Rosa Juanco.

 

40 poemas y 20 fotografías en formatos de 50x50 cm y 100x100 cm.

 

¡LLUEVA A GUSTO DE TODOS!

 

¡PISEN SUS CHARCOS!

PARALLEL TRACES, A new lens on Jewish Heritage

The Parallel Traces project takes as a premise the consideration of heritage sites and heritage traces as kind of laboratories to re-interpret traditions and art as means to encourage activities and artistic projects which explore the links between heritage and contemporary culture. In that sense, the whole Project intends to treat the heritage traces not as static elements or entities, but as living and dynamic, in permanent evolution. Our goal is to use them to inspire new arts and contemporary creation including digital arts, music, performances and installations while ensuring continuity in the cultural significance of the place and the theme.

www.paralleltraces.eu